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LA RECRÍA DE LA BECERRA LECHERA

OEA Por OEA Nov20,2017

 

 

LA RECRIA.  BECERRA LECHERA

Es la etapa más importante de la ganadería; lo que haga el ganadero con acierto o no en este periodo, tendrá un impacto en la economía de su empresa.

Roberto Silva

Hablar de la recría de becerras, es hablar de la etapa más importante de la ganadería lechera. La vaquilla de reemplazo que ahora está en la etapa de crianza, con el paso de los meses se convertirá en una vaca en plena producción. Y como la etapa de crianza es la de mayor vulnerabilidad para el animalito, se debe poner mucho cuidado, ya que el mayor índice de mortalidad se da en este periodo, sobre todo en el primer mes.

En muchos hatos lecheros, por no decir que en la mayoría, entre el 20 y 30 por ciento de los animales en producción se desechan cada año, por lo que es vital tener el reemplazo listo para que la producción del hato no decaiga.
Lo que haga el ganadero con acierto o no en esta etapa, se transformará en satisfacción o frustración y tendrá un impacto en la economía de su empresa. Eso es un hecho.

Para que nos explique esta importante etapa, visitamos al MVZ. Eduardo González Covarrubias, maestro investigador del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara, quien además es asesor técnico de establos y empresas lecheras.

El maestro González Covarrubias, con más de dos décadas de experiencia en la materia, nos dice que la recría o crianza de becerras lecheras o vaquillas de reemplazo, tiene cuatro etapas: lactancia, crecimiento, desarrollo y vaquilla.
Hablar de lactancia es hablar de los dos primeros meses de vida; el crecimiento es de los dos a los seis meses; el desarrollo es de seis meses a un promedio de 12-14 meses de vida y la etapa final es de esos 12-14 meses a cuando pare la vaquilla por primera vez.

¿DE DÓNDE VIENE?

«Pero también hay que hablar desde atrás», señala González Covarrubias. «Desde atrás es: nació una becerra, ¿qué genética trae?».
«Hay que ver quién es la madre para saber todo su árbol genealógico, qué semen, si fue inseminación artificial, que ya es muy común, qué pajilla de semen le pusieron a esa vaca».

«Es ahí donde abrimos el portafolio de qué genética estoy haciendo, si yo le puse el semen del toro fulano, de la clave fulana, quiere decir que estoy mejorando cosas de la madre, porque cada cría, se supone que debe mejorar a la madre», recalca el veterinario.

González Covarrubias aconseja que cuando se llegue la hora de seleccionar y comprar semen, el dueño del hato ya debe conocer, ahora sí que a fondo, las bondades y debilidades de cada una de sus vacas como grupo. «Si yo tengo vacas con deficiencias en los ligamentos, pues entonces voy a comprar semen con ligamentos muy reforzados».

«Si tengo vacas con deficiencias en aplomos, pues voy a comprar semen con aplomos con signos positivos, fuertemente positivos, de grupa, de velocidad de ordeña, hasta contra la propia mastitis; de sólidos, como se vende leche, lo que debe de ser por default, es que cuando compremos semen debe ser siempre favorable a los sólidos, a la proteína y la grasa», recomienda el experto.

Cuando hacemos esa genética propia del establo, es cuando ya inseminamos a la vaca y nace la becerra con un respaldo genético.
«Desde antes de que la vaca se alborotara, ya tenemos ese respaldo genético», nos dice el veterinario.

EL PERIODO SECO

Llega la hora de inseminar; la vaca queda gestante, se le programa su periodo seco, lo que significa que en dos meses no se va ordeñar, también se debe valorar la condición de la vaca, que no esté ni gorda ni flaca, porque después me lo cobra en salud del animal y en calidad de calostro, afirma el médico.

Y su ubre, que ya no va a producir leche, pues se va a un periodo de reposo, «que se vaya sana, que no se vaya enferma, porque si se va enferma, es muy posible que nos vaya a parir con secuelas de la enfermedad», advierte.

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