MEDIDAS DE MANEJO PROACTIVO PARA EXPLOTACIONES LECHERAS
¿QUÉ ES EL MANEJO PROACTIVO?
Cuando la ternera es lactante parece difícil imaginar que su desarrollo va a influir sobre la cantidad de leche que produzca en la primera lactación y otros aspectos de su vida adulta, y sin embargo existen cada vez más estudios que lo demuestran. Por otro lado, una de las mejores formas de minimizar las enfermedades más importantes es tener un plan de gestión en la propia ganadería centrado en la detección temprana de la enfermedad para mejorar su pronóstico y, por tanto, suavizar las secuelas que puedan quedar en el futuro. Todos estos aspectos están centrados en un manejo o enfoque proactivo que considera la biología del animal (Harrison, 1964) y de la granja un sistema en continua evolución e impulsa al ganadero a tomar decisiones e iniciativas en el día a día teniendo en cuenta cómo ayudará eso en el futuro de su ganadería.
Cecilia Pedernera, Aida Xercavins, Arancha Varvaró e Isabel Blanco-Penedo Subprograma de Bienestar Animal. IRTA, Cataluña
Desde el Departamento de Bienestar Animal del IRTA es- tamos trabajando en un proyecto europeo llamado IMPRO (http://www.impro-dairy.eu/index.php/es/) para ganaderías ecológicas de leche, donde se incluye la elaboración de pro- tocolos proactivos centrados en las enfermedades predominantes observadas. Los resultados de este proyecto, todavía vigente y en desarrollo, se espera que puedan ser de utilidad para ganaderías ecológicas, pero también para ganaderías extensivas de leche. Trabajar con manejos proactivos es anticiparse a los problemas, establecer decisiones o actuaciones que además intentan asegurar de antemano la salud y el bienestar de los animales.
NUTRICIÓN: CAMBIOS EN LA DIETA DE VACAS GESTANTES PARA LA MEJORA DE LA SALUD Y EL BIENESTAR DEL TERNERO
Hoy en día se sabe que el periodo de transición en la vaca, que va aproximadamente desde tres semanas antes del parto hasta dos o tres semanas posparto, es un momento muy sensible y tiene un importante efecto tanto a nivel productivo como de salud. Varios estudios han mostrado que modificar la nutrición de la vaca tiene efectos que se ob- servan desde la concepción, la gestación y hasta momentos después del parto. A su vez, estas diferencias nutricionales afectan al metabolismo, a la productividad y a la conformación muscular y a la grasa del ternero.
Estudios que revisan el efecto de la suplementación en la dieta, por ejemplo dietas muy altas en proteína en el primer tercio de la gestación, que aumentan los niveles en sangre y en leche de la relación urea-nitrógeno, han demostrado una reducción en los rangos de concepción y gestación, así como en el desarrollo embrionario (Rajala-Schultz et al., 2001), pero, por otro lado, en los dos primeros tercios de gestación una suplementación con ciertos aminoácidos como la arginina beneficia tanto a la placenta como al flujo sanguíneo (Vonnhame et al., 2011), lo cual ayudaría durante el desarrollo del ternero en el útero.
La vaca debe llegar al parto no solo con una condición corporal correcta, sino también “preparada” en cuanto a la función ruminal y al equilibrio de minerales. Los intentos de contrarrestar la movilización de tejido corporal a finales del periodo seco a través de un aumento en el suministro de energía fermentable (por ejemplo, almidón) y la reducción de grasa en general no benefician el rendimiento posterior y, en algunos casos, incrementan la incidencia de trastornos metabólicos (Friggens et al., 2004; Law et al., 2009).
Las vacas que se sobrealimentan durante el preparto presentan alteraciones en la respuesta inmune y son más susceptibles de presentar lipidosis que aquellas que se alimentan con dietas bajas en energía. Evidencias recientes demuestran que las dietas bajas en energía preparto aumentan la producción láctea y disminuyen el balance energético negativo porque aumentan la ingesta de materia seca posparto.
Finalmente, una nutrición inadecuada hacia el final de la gestación puede poner en riesgo la salud del ternero. Se sabe que los terneros que reciben poca cantidad de inmunoglobulinas a través del calostro tienen más probabilidades de presentar diarrea, problemas respiratorios y mayor mortalidad (Davis and Drackley, 1998), en comparación con aquellos alimentados con un calostro de madres bien alimentadas y sanas (rico en inmunoglobulinas).
Por los ejemplos mostrados anteriormente es muy importante considerar la nutrición como una medida que tendrá efecto tanto en la fertilidad y el rendimiento de la madre como en el desarrollo del ternero en el útero y en su desarrollo posterior. Además debe considerarse que los efectos a nivel genético no solo afectan directamente el ternero sino que puede haber efectos en las siguientes generaciones, pues ese ternero puede transferirlas al material genético de su descendencia, sobre todo a nivel de su fertilidad.
Recomendaciones
- Ofrecer la versión más simple de la dieta de transición en las últimas 3-4 semanas de gestación. Se basa en una ingesta restringida de aproximadamente un tercio de la ración del ordeño, además de la adición de fibra larga (paja), junto con una restricción de forraje y un aumento en el nivel de proteína no degradable.
- No es necesaria una dieta alta en energía al final de la gestación; controlando la energía se reducen los problemas metabólicos.
- Para obtener buenos resultados reproductivos es importante que la dieta cubra las necesidades de cada vaca, pero el exceso de energía no aumenta la fertilidad.
- Suplementar con lípidos al final de la gestación puede ser una estrategia efectiva para ayudar al recién nacido a enfrentar el estrés por frío.
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